Urbanos y polivalentes: del primer Fiat 600 al Fiat 600 Eléctrico
En el Salón de Ginebra de 1955 se presentó un concepto revolucionario que marcó el acceso a la movilidad en muchos países del mundo. El Fiat 600 destacó por su vocación práctica y su polivalencia. Incorporaba innovaciones que ayudaron a democratizar el acceso al automóvil al reducir costes, optimizar el acceso interior y aumentar la fiabilidad.
Fiat revive el espíritu de este modelo único para llevarlo a la era de la electrificación con el lanzamiento del Nuevo Fiat 600 Eléctrico. Como su antecesor, un automóvil polivalente, con tecnologías novedosas pensado para disfrutar al máximo de la ciudad sin renunciar a la carretera o a las incursiones en el campo.
Fiat 600 Eléctrico, desde 35.950 euros.
El Fiat 600 es todo un icono en la historia del automóvil, también, en la vida de millones de conductores y familias para las que supuso su primer acceso a la movilidad. En total, se produjeron 4.939.642 de unidades de este modelo bajo la marca Fiat durante casi tres décadas, fabricadas en Italia, en Chile y en Argentina, donde se estuvo produciendo hasta 1982. Además, la filosofía del 600, gracias a licencias y acuerdos industriales, marcó un antes y un después en países como España o la antigua Yugoslavia, donde se le conoció como Zastava 750.
Dante Giacosa, el padre de este concepto, y del Fiat 500, encontró una solución fiable y con un diseño inconfundible a las necesidades de la Posguerra de contar con vehículos prácticos, ligeros, polivalentes, económicos en la fabricación y en la compra con mecánicas fiables y fáciles de mantener.
Giacosa reflexionó y trabajó para hallar la cuadratura del círculo y, finalmente, la encontró en una carrocería monocasco redondeada y una estructura mecánica en la que todos los componentes fundamentales como el motor, la caja de cambios y la transmisión, se situaban en la parte trasera del vehículo, para reducir costes y aumentar el espacio interior de un automóvil tan compacto. En el interior, se apostó por colocar asientos cómodos y desmontables, que podían sacarse del habitáculo para disfrutar de una buena comida campestre. El volante de baquelita y el velocímetro central eran rasgos característicos del puesto de conducción original. En cuanto a la habitabilidad, había espacio reservado para el equipaje bajo el asiento del acompañante y, por supuesto, bajo el capó, donde estaba ubicado el maletero.
Un concepto revolucionario movido por un motor de cuatro cilindros en línea, 633 cm3 y 21 CV refrigerado por agua que iría mejorando sus prestaciones a lo largo de los años, gestionado por una caja de cambios de 4 velocidades. Una suspensión independiente en las cuatro ruedas aseguraba el máximo confort.
El diseño era innovador, con un frontal redondeado muy característico y una zaga en la que el portón del motor estaba salpicado de estrías verticales para asegurar una óptima ventilación. En las ventanillas, se optó por unos cristales corredizos que ofrecían una alternativa asequible a los elevalunas de manivela. Con todos estos elementos, el Fiat 600 era un automóvil con prestaciones pensadas para la ciudad, pero con capacidades destacadas para enfrentarse a la carretera.